Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, 1746 – Bordeus, 1826), además de ser el pintor más importante de su tiempo, es un excelente grabador, comparable a Rembrandt. Los Caprichos no es la primera serie calcográfica realizada por el pintor. Sin embargo, es la primera serie pensada como un conjunto, completo y cerrado. Entre 1778 y 1779 ya había realizado algunas tentativas en esta disciplina con una serie de grabados inspirados en la obra de Velázquez. Después de su segundo viaje a Andalucía, en 1797, volvió con la idea de realizar una nueva serie de grabados, el carácter del cual ya se empezaba a manifestar en sus cuadernos de dibujo (Álbum A de Sanlúcar, 1796-97 y Álbum B de Madrid, empezado en Andalucía) con anotaciones y apuntes de carácter crítico y amargo, especialmente el segundo álbum, realizado tras romper su relación amorosa con la Duquesa de Alba. Su proceso de sordera se había agravado últimamente y el artista se hallaba cada vez más solitario y aislado del mundo. Gran parte de estos dibujos de ironía cínica y mordaz, fueron fuente de inspiración para Los Caprichos, que salieron a la luz en 1799. En 1803, Goya ofreció las planchas originales al rey Carlos IV que las depositó a la Real Calcografía. Actualmente se conservan desgastadas por el uso, a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.
Goya retrata en esta serie el hundimiento del ser humano. Refleja un mundo social y político en crisis, anquilosado, basado en una estratificación petrificada por estamentos y ancorada en el inmovilismo. Goya era radicalmente un ilustrado a la manera de Jovellanos y de Moratín y sus pensamientos liberales, fustiga todo lo que remite al oscurantismo y ligado al absolutismo decadente. Pero su critica ultrapasa la anécdota del momento para convertirse en descalificación de todo fanatismo universal en el tiempo y en el espacio. De aquí la actualidad de su mordacidad.
La Abadía de Montserrat conserva un total de 42 estampas de las 80 que conforman la serie completa. Ingresaron en 1964 por donación del librero anticuario de París, Just Cabot. Todas ellas pertenecen a una edición tardía, seguramente la de 1868, realizada con las planchas originales, aunque ya bastante gastadas.
Los Caprichos goyescos llamaron inmediatamente la atención del público que, en seguida, pidió explicaciones. Del mismo Goya y su círculo más íntimo salieron distintos manuscritos que comentaban aquellas estampas. Los principales son los del Museo del Prado, el de la Biblioteca Nacional de Madrid y también el manuscrito que fue propiedad de López Ayala. El del Prado es siempre más moderado en sus opiniones que el resto.
La numeración se corresponde al orden de la serie de Montserrat y la numeración entre paréntesis, es la propia de la primera edición de 1821. Hemos respetado la grafía castellana original tanto de la estampa como de los comentarios.