Una obra manierista italiana de extraordinaria belleza
Aprovechando la ocasión de la restauración y limpieza del Santo Cristo de marfil que preside el altar mayor de Montserrat, nos hemos acercado nuevamente y con detalle a la escultura y hemos quedado sorprendidos por su belleza y la calidad de ejecución de esta pieza, de las pocas de esta categoría en nuestro país. Sabíamos que esta era una pieza extraordinaria adquirida en Roma por el Abad Antoni M. Marcet en 1920 procedente, según le dijeron entonces, de Florencia. El Abad no escatimó esfuerzos para adquirirla, ya con la intención de que presidiera el altar mayor y la plegaria de los monjes, los únicos que podían verlo relativamente de cerca. No tardó en salir la propuesta que fuera obra del escultor florentino Ghiberti. Pero con el tiempo esta opinión fue perdiendo solvencia. En 2006, Ascari-Manuel Mundó, sobrino del Abad Marcet, escribió todo un libro queriendo demostrar, por similitud con la célebre Pietà que el Cristo de Montserrat podía ser una obra de Miguel Ángel Buonarroti. Pero esta hipótesis no ha obtenido una aceptación favorable entre los expertos en el Renacimiento italiano. Algunos de ellos nos han hecho llegar la opinión de que se trata de una obra magnífica, seguramente florentina, pero de unos cien años posterior. Nos referimos, pues, a los inicios del siglo XVII, a las puertas del barroco, pero con el virtuosismo y el ilusionismo manierista. De todas formas, creemos que se trata de una obra de altísimo nivel, como pocas hay en Cataluña. Por este motivo queremos compartir con vosotros la emoción que hemos experimentado al ver esta pieza con lupa y mirada crítica.
La cruz negra de ébano con la cual fue adquirida esta obra aun la guardamos, pero con la reforma del presbiterio de Montserrat, en 1959, fue substituida por una cruz de orfebrería, de plancha de oro y piedras semipreciosas, sufragada por el Colegio de Médicos de Cataluña y obrada por el orfebre Manuel Capdevila. Es de esta manera como los millones de visitantes y peregrinos de Montserrat han visto siempre, pero de lejos, este San Cristo presidiendo el altar mayor. Ahora os lo queremos mostrar con detalle.
Estas dieciocho fotografías permiten hacernos una idea de la calidad artística de esta figura de marfil, pero la emoción estética que nos ha producido el acceso directo y próximo a la pieza, creemos que es incomunicable. El arte conlleva estos misterios. La obra artística es la que la que es pero la percepción depende mucho del sujeto que la mira y de como la mira. Esperamos que la contemplación de este Cristo del altar mayor de Montserrat os sea placentera y que os sugiera reflexiones y sentimientos.
Josep de C. LaplanaBernat Puigdollers