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Grabados japoneses de la Abadía de Montserrat

A mediados del siglo XIX la apertura comercial de Japón con Occidente causó el hechizo hacia la cultura japonesa que fue un componente importante de nuestro Modernismo. Santiago Rusiñol era coleccionista de grabados japoneses.

La colección de estampas japonesas del Museo de Montserrat proviene de la donación del librero catalán afincado en París, Just Cabot (1898-1961) que llegó a Montserrat en el año 1962. Consta de dieciséis grabados, ocho de los cuales son de Hiroshige, el Velázquez del arte japonés. Los otros ocho son de artistas de menor categoría pero de gran interés. Todos ellos se enmarcan en el siglo XVIII i XIX, la edad de oro del grabado japonés.

Son grabados de estilo Ukiyo-e, que significa “pintura del mundo flotante”, una escuela que se complace en representar escenas de la vida cotidiana, mujeres conocidas por su belleza o popularidad, actores de teatro kabuki, y también paisajes típicos y populares y todavía la vida social de la ciudad de Edo que atrajo multitud de artistas dedicados principalmente a cantar las delicias de la buena vida de los mercaderes ricos.

Es extraño encontrar en Occidente y menos aún en nuestra tierra grandes colecciones de estampas japonesas, por eso la de la Abadía de Montserrat es especialmente interesante.