Maestro del Anuncio a los Pastores (Joan Do?)
Activo en Nápoles entre 1620 – c. 1650.
Martirio de San Plácido y compañeros
c. 1625-1635
Óleo sobre lienzo, 175 x 257 cm.
N.R. 200.169. Adquirido en Roma procedente de una colección napolitana en 1915.
El marchante de arte Giuseppe Gonella ofrecía al Monasterio de Montserrat en octubre de 1915 la compra por 3.000 liras de un cuadro, propiedad de una familia napolitana en grave situación económica, y ya de buen principio en su oferta lo llamaba “un San Plácido de Ribera”, atribuyéndolo sin duda a José Ribera lo Spagnoletto. El abad Marcet lo adquirió en ocasión de su viaje a Roma y a Nápoles en noviembre de ese mismo año y el cuadro llegaba a Montserrat a mediados de febrero de 1916. Inmediatamente la revista popular del Monasterio lo destacó como la obra más importante del último envío de cuadros italianos y al año siguiente la revista de cultura de Montserrat publicaba la fotografía con la atribución a Ribera y decía: “Se trata de una obra verdaderamente auténtica, como lo garantiza, además de las características bien marcadas del maestro, la misma firma encontrada en las oscuridades de uno de los ángulos”. En realidad esta firma nunca la hemos visto y no aparece en ninguna fotografía antigua.
Como resultado de la visita del Dr. August Mayer a Montserrat para ver la Pinacoteca, escribía al P. Gusi, el 31 de enero de 1929, así de contundente: “El Martirio de S. Plácido no tiene nada que ver con Ribera”. Pese a que este cuadro siempre ha estado en lugares importantes en el interior del Monasterio, llegado el momento de organizar el nuevo Museo de Montserrat, no fue incluido ya que además de que existía la duda referente a su autor, lo consideraban demasiado recargado de figuras y de difícil lectura. Aún así, seguían atribuyéndolo a Ribera ya que no surgía ninguna otra hipótesis. Los doctores José Milicua y Giovanni Previtali al visitar la quadreria de Montserrat en septiembre de 1976 situaron este cuadro en el círculo napolitano Francanzano. Hay que decir que, aunque ninguna de estas atribuciones a Ribera y a Francanzano era del todo afinada, sin embargo no constituían ningún disparate pues no se equivocaban ni de época ni de ambiente: Nápoles, segundo o tercer decenio del siglo XVII.
Inexplicablemente este cuadro pasó inadvertido a Pérez Sánchez cuando visitó Montserrat recogiendo material para su tesis doctoral sobre la pintura italiana del Seicento en España. Como en muchos otros casos, la primera en estudiar con rigor nuestro cuadro fue Liliana Barroero, que lo atribuyó decididamente al anónimo conocido en el mundo académico con el nombre de “Maestro del Anuncio a los Pastores”. Lo llaman de esta manera por su cuadro prototípico Annuncio ai Pastori, 180 x 261,5 cm, que representa este tema y que se encuentra en el Museo Capodimonte de Nápoles, y también por el homónimo del Museo de Birmingham, donde constaba como obra de Velázquez.
La exposición de pintura napolitana celebrada en Londres (1982), París (1983), Nápoles (1984-1985) y Madrid (1985) incluía diversas obras del Maestro del Anuncio a los Pastores, que motivaron y reactivaron estudios referentes a otros cuadros del mismo pintor que estaban en diversos museos con atribuciones diferentes. De estos replanteamientos surgió un corpus bastante numeroso y coherente, de una docena de obras atribuibles a este mismo pintor. Ya anteriormente el profesor Maurizio Marini había detectado que el anónimo “Maestro dell’Annuncio ai Pastori” podría ser el valenciano Joan Do, activo en Nápoles en aquellas fechas y discípulo y colaborador de José Ribera, una hipótesis que, aunque no esté plenamente demostrada, cada vez se está confirmando más. Joan Do nació en Játiva hacia 1604 y murió en Nápoles en 1656, el año de la peste. En 1626 se encontraba ya en la capital de la Campania, puesto que contrajo matrimonio con una hermana del pintor Pacecco di Rosa y en la ceremonia actuaron como testigos los pintores napolitanos Filippo Vitale, Battistello Caracciolo y José Ribera, que indican el entorno de amistades e influencias en el que se movía Joan Do. Trabajó en el taller de su compatriota José Ribera, primero como ayudante y después como socio.
Su pintura, generalmente oscura y densa, conserva un deje de caravaggismo. Sus colores son grasientos y granulados, aunque con el tiempo utiliza una entonación más viva. Sus personajes son de extracción popular, rudos pero vigorosos y expresivos.
Maurizio Marini al estudiar nuestro Martirio de San Plácido y compañeros confirmó la atribución de la Barroero, indicando que necesitaba una restauración apropiada porque entreveía que era una de las mejores obras de Joan Do. Liliana Barroero en su estudio señala el parecido de las fisonomías de nuestro cuadro con las del Regreso del hijo pródigo del Capodimonte de Nápoles. Las actitudes y el encaje de las figuras de nuestro cuadro ligan perfectamente con el Annuncio ai Pastori también de Capodimonte.
San Plácido es un santo querido y venerado sobre todo en la Orden Benedictina, ya que era un discípulo acogido, siendo aún niño, por San Benito. Esto nos lleva a pensar en un probable origen benedictino del encargo de este cuadro. El martirio de este santo es totalmente legendario y se inspiró en la Passio Sancti Placidi, un texto del siglo XII, falsamente atribuido a Gordiano, según el cual Plácido fundó en Messina un monasterio benedictino del que fue abad; los sarracenos en una incursión sobre Sicilia degollaron al abad San Plácido y a sus monjes. Se trata de un anacronismo burdo, ya que San Benito murió anciano hacia 545 y sus primeros discípulos no podían sobrevivirle más de 30 años y por aquellas fechas Mahoma acabaría de nacer. ¡Pero tanto da! El tema literario era real i este inspiró numerosas obras de arte en el mundo benedictino.
El centro de la composición es el santo arrodillado, vistiendo la cogulla negra benedictina con las manos cruzadas sobre el pecho y con la cabeza gacha que espera recibir el golpe mortal del verdugo bárbaro y medio desnudo que se abalanza sobre la víctima son el sable levantado. Otro monje yace en el suelo y gesticula mientras otro verdugo intenta clavarle una daga y en el ángulo vemos a otro que ya está muerto. Esta parte derecha tan trágica tiene su explicación en la parte izquierda donde vemos a los verdaderos instigadores: un personaje vestido de otomano, con el turbante en la cabeza coronado por una media luna, sentado sobre una alfombra turca, que da la orden de ejecución del martirio mientras escucha las insidias que un sacerdote pagano, con los cabellos estirados y con coleta de chino, le está murmurando al oído.
Liliana Barroero indica que la posición de estos dos personajes es muy parecida, “quasi sovrapponibile”, al del grabado Jacob conoce a Raquel de Jacob Coelemans, pero no hace falta pensar en una influencia del grabador sobre el pintor, sino más bien al contrario, Coelemans (Amberes, 1654 – Aix-en-provence, 1735) graba a partir de la obra del Maestro del Anuncio a los Pastores, que no era ningún pintor irrelevante.
Josep de C. Laplana, director del Museo de Montserrat
Bibliografía
* Analecta Montserratensia, I, 1917, p. 339, fig.
* Enciclopedia Universal Espasa-Calpe, vol. 45, Barcelona, 1921, s/v. Plácido (San), p. 254-255, fig.
* Maurizio Marini, Pittori a Napoli , 1610 – 1656: contributi e schede, Roma, Bulzoni editori, 1974, p. 103..
* Pintura Napolitana, de Caravaggio a Giordano, catálogo de exposición, Museo del Prado, Palacio de Villahermosa, oct-diciembre, 1985.
* Liliana Barroero, “Schede seicentesche: Fignolio, Vaccaro, Vanni e il Maestro degli Annunci”, Prospettiva, IV-1989 – X-1990, núm. 57-60, vol. II, p. 218, fig.
* Liliana Barroero, Dipinti italiani dal XV al XIX secolo del Museo di Montserrat, Roma, Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato. Libreria della Stato, 1992, 0. 123, fig. color.
* Josep de C. Laplana, Montserrat, 1000 anys d’art i història, Manresa, Angle Editorial, 1998, p. 123, fig. color.
* Josep de C. Laplana, Les col·leccions de pintura de l’Abadia de Montserrat, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1999, p. 31, 34, fig. color.
* Giuseppe De Vito, “Juan Dò riconfermato”, Ricerche sul’600 napoletano. Saggi e documenti, 2003-2004, p. 85-91.